“Cuando él tenía un año y medio, me di cuenta que no era igual que los demás niños, mi mamá me decía que a él no le gustaban los ruidos de la licuadora, no podíamos estar en lugares llenos y sus expresiones eran muy serias”, comentó.
Carolina recuerda que encontrar respuestas fue todo un desafío, porque iban de un lado a otro y no encontraban explicaciones.
“Anduvimos de médico en médico, lo llevamos a miles de doctores y nunca encontramos algo, hasta los seis años y medio cuando pudieron confirmar que se trataba de autismo”, dijo.
La amorosa madre considera que el desafío más grande que los padres de niños con autismo, enfrentan no es obtener un diagnóstico certero del trastorno, sino aceptar la condición con la que deben vivir para siempre.
Lucio es un niño tranquilo; está cerca de cumplir 13 años, durante el día asiste al colegio y por la tarde lo cuidan los abuelos. Por estar en contacto con un restaurante familiar, él ha compartido varias veces que de grande le gustaría convertirse en chef.
Además disfruta ver televisión, los videojuegos y jugar con los muñecos de Ben 10; también practica natación. Sus padres consideran que la terapia es una alternativa necesaria y aunque su hogar está lleno de amor, la ayuda de profesionales le brinda al pequeño un avance importante en su desarrollo.
En el Día Mundial de la Concientización sobre el Autismo, esta madre considera que las limitaciones más grandes a las que se enfrentan los niños diagnosticados con autismo, son la falta de inclusión y de oportunidades. Recomienda que se debe enseñar a los demás niños a aceptarlos con sus diferencias, y que existan lugares con las herramientas adecuadas para su educación.
Su experiencia, le ha enseñado a Carolina que el amor en la familia es lo más importante y que es posible enfrentar cualquier adversidad.
“Mi mensaje es que abramos nuestro corazón a esas personitas especiales porque están llenísimos de amor; y después luchar, nunca dejar de luchar porque es una cuesta arriba”, dijo.
Fuente: Revista VidaSana